La asesoría es una situación en la que el asesor y el cliente trabajan estrechamente, asumiendo el asesor una posición de proactividad e identificando los problemas antes de que aparezcan. 

La principal diferencia de un servicio de asesoría frente a uno de consultoría es que gracias a la relación asesor-cliente, el asesor puede aportar un gran valor añadido al día a día de la organización gracias a su experiencia y formación. 

Por poner un ejemplo, imaginemos el aspecto fiscal de una empresa. Un asesor fiscal nos ayuda en nuestro día a día a reducir costes impositivos, agilizar trámites, aconsejar formas de operar, etc. Es decir, un asesor trabaja a nuestro lado intentando evitar que aparezcan los problemas. 

Por el contrario, recurrimos a una consultoría fiscal cuando hay un problema grave que ya ha dado señales dentro de la empresa. El consultor estudiará en detalle el escenario y nos realizará una serie de recomendaciones para darle la vuelta a la situación. Podrá también hacer un seguimiento de la implantación y verificará los resultados.